sábado, 28 de abril de 2012

Capítulo I


Ya quedaba poco el tiempo para que se celebrara el enlace entre Jane Bennet y Charles Bingley. Hertfordshire esperaba con emoción tan señalada fecha y no era para menos, uno de los hombres más codiciados pronto se convertiría en un hombre casado.

Elizabeth Bennet miraba desde la ventana de la sala como el sol iba desapareciendo, dando lugar a una inmensa oscuridad tan solo alumbrada por las pequeñas estrellas que brillaban con fuerza desde el firmamento. Dejó de lado la novela que estaba leyendo al escuchar unos pasos detrás suyo y giró la cabeza para encontrarse con la cabellera rubia de su hermana Jane. Cuánto la echaría de menos una vez que se fuera a vivir a Netherfield con su futuro marido.

Jane se acercó a abrazó a su hermana con fuerza mientras murmuraba.

-No puedo creer que dentro de tan poco tiempo nos vayamos a separar, siempre hemos estado juntas y se me hace difícil la idea de que ya no estaremos tanto tiempo juntas, tú te irás a Pemberley con el señor Darcy y yo me quedaré en Netherfield con el señor Bingley.

-Sé que ya nada será lo mismo, pero ambas seremos felices, de eso estoy segura, solo te pido que me escribas cuando tengas un poco de tiempo y te acuerdes de mí –sonrió Elizabeth mientras se separaba de su hermana.

-Siempre – rió Jane mientras subía las escaleras para irse a la cama.

Elizabeth abrió de nuevo el libro y tomó una carta que había entre sus páginas, era del señor Darcy, la había recibido a la mañana pero por diversas razones aún no la podía haber abierto. La tomó entre sus temblorosas manos mientras pensaba… Darcy, mi amado señor Darcy.

Nunca se hubiera podido imaginar que estaría comprometida con un hombre tan maravilloso, quien meses antes se había convertido por decirlo de alguna manera en su pesadilla personal. Sintió miedo cuando Darcy le pidió su mano a su padre, temía que no lo aceptara… Pero ahora… Todo había pasado por fin podía respirar en paz, faltaban 4 meses para su boda, lo que le parecía una eternidad.

Acarició el papel de la carta mientras la habría y contemplaba la letra de su prometido.

Mi amada Lizzy:
No sé si en estos momentos estarás pensando en mí, pero debo decirte que yo no puedo sacarte de mi cabeza. No sabes cuánto ansío volver a verte, pero mis negocios en Londres se complicaron y no podré llegar hasta un la víspera de la boda de tu hermana. En estos momentos me gustaría tenerte entre mis brazos, pero como no es posible, el recuerdo de tú sonrisa es lo que hace que me levante cada día. Solo quiero que no olvides que te amo.
Te quiere, Fitzwilliam.

La castaño suspiró conmovida por tan hermosas palabras, peor la angustia por tener que esperar más tiempo para verle la estaba matando por dentro. Volvió a meter la carta en el libro, y siguió el camino por donde minutos antes se había marchado su hermana.

Dejó el libro sobre la mesilla de noche y se tumbó en la cama antes de que con un soplo dejara la habitación en la oscuridad y con ello la posibilidad de soñar una noche más con su amado prometido.

Cerró los ojos después de ver como su hermana descansaba tranquilamente y dejó que Morfeo la llevara entre sus brazos.

Los rayos de luz propinaban caricias a los bellos rostros de las hermanas que se encontraban dormidas.

La primera en despertar fue Elizabeth al oír los gritos emocionados de daba su madre desde la planta de abajo.

-¿Qué es lo que le ocurre a mamá? –preguntó Jane sobresaltada por los gritos de… ¿júbilo?

Ambas bajaron aún con el camisón haber cuál era el motivo de tanto alboroto.

-¿Habrá venido el señor Bingley? –preguntó Elizabeth mientras bajaban las escaletas, pero eso no fue lo que se encontraron al final de ellas.

Una emocionada señora Bennet abrazaba con esmero a su hija más pequeña acompañada por su marido. Elizabeth frunció el ceño al ver a Wickham de nuevo por su casa. No entendía como la estúpida de su hermana no se daba cuenta con el tipo de hombre con el que estaba casado.

-¡Hay Dios mío niñas que hacéis vestidas de esta manera! ¿Es que queréis que me dé un infarto? Subid ahora mismo a poneros algo decente ¿no veis que tenemos visitas?

-No agradables… -susurró Elizabeth para ella y para Jane. Ambas subieron y al llegar a su habitación cerraron la puerta.

-¡No puedo creer que tengamos que soportar la presencia de Wickham en nuestra propia casa! –replicó frutada lizzy mientras se tiraba encima de la cama.

-Venga Lizzy no es tan malo, sabemos que ha hecho cosas malas, pero no debemos ponernos así, solo se quedará unos cuantos días y después no lo volveremos a ver –comentó la rubia mientras sacaba un vestido.

-A veces no puedo creer que seas tan buena con todo el mundo, parece que no puedes enfadarte –suspiró resignada la otra hermana mientras se terminaba también de vestir.

-Vamos Elizabeth, solo un saludo y podrás encontrar una excusa para marcharte de ahí –murmuró dándose ánimos a sí misma para poder continuar.